Como se sabe, en una fiesta puede pasar todo y nada. Pero, por regla general y si la ocasión amerita cierto despliegue parafernálico, confiamos en que habrá una mínima garantía de alegría. Por nuestra parte, la fiesta os brinda la posibilidad de resurgir, y no hablamos sólo de pagar esta publicación impresa. Hablamos de encontrarnos con nuestra gente, de reunirla toda en una noche. Así fue nuestra fiesta inolvidable. La invitación esta vez fue a actuar el concepto, y algunos nos hemos encontrado felizmente con el Peter Sellers que nos habita.
Algunas horas después del acontecimiento, la sensación es que no se borrará tan fácilmente esa noche que fue el escenario de elementos festivos tan dispares. Lapsus, con sus swings y surfers, sus sones de Henry Mancini; Les minon, piedra angular de la fiesta: 8 chicas resueltas que despliegan en escena un recorrido retro de cumbias; los y las modelos producidos por Ivy la vestuarista, todo el glamour con el que desbordó la pasarela; el Guasón, sus presentaciones y sus sarcásticas risas inmemoriales; y nuestra querida Marlene Dietrich (Nati Risso) que nos ha conmovido con sus monólogos en escena. Todos latidos de una misma noche en la facultad de Humanidades. Ahora queda por escrito para resguardarla del olvido.
En lo que sigue se podrán ver los efectos materiales de aquella fiesta; es decir, el formato impreso de este número 4 de La ventana indiscreta. En este caso, formado por el extravagante conglomerado que reúne a figuras como Tomás Abraham, Marcel Proust y Alberto Migré (coordenadas exclusivas de Julio César Moran), Damián Szifrón, Echarri, Paola Krum, Alejandro Rozitchner, filósofo filibustero de Mariano Grondona, David Fincher, Edward Norton y Brad Pitt, Penélope Cruz y Pedro Almodóvar, el nuevo Superman (que nos ha iniciado en nuestro experimento radiofónico), Isabelle Huppert y Claude Chabrol, Tsai Ming Liang, y hasta André Bazin.
Entre fiesta y fiesta -y a menos de un año de nuestro surgimiento- nos encontramos con el primer objetivo resuelto: estas misteriosas apariciones trimestrales. Todas ellas fueron acompañadas de un distintivo esencial, en este caso ha sido la TV. Sólo nos queda agradecerles a nuestros lectores por elegir nuevamente esta revista. Aquí nos quedamos, a la espera de vuestras opiniones. Calificadas o calificables, nutren el amor por el cine.
Algunas horas después del acontecimiento, la sensación es que no se borrará tan fácilmente esa noche que fue el escenario de elementos festivos tan dispares. Lapsus, con sus swings y surfers, sus sones de Henry Mancini; Les minon, piedra angular de la fiesta: 8 chicas resueltas que despliegan en escena un recorrido retro de cumbias; los y las modelos producidos por Ivy la vestuarista, todo el glamour con el que desbordó la pasarela; el Guasón, sus presentaciones y sus sarcásticas risas inmemoriales; y nuestra querida Marlene Dietrich (Nati Risso) que nos ha conmovido con sus monólogos en escena. Todos latidos de una misma noche en la facultad de Humanidades. Ahora queda por escrito para resguardarla del olvido.
En lo que sigue se podrán ver los efectos materiales de aquella fiesta; es decir, el formato impreso de este número 4 de La ventana indiscreta. En este caso, formado por el extravagante conglomerado que reúne a figuras como Tomás Abraham, Marcel Proust y Alberto Migré (coordenadas exclusivas de Julio César Moran), Damián Szifrón, Echarri, Paola Krum, Alejandro Rozitchner, filósofo filibustero de Mariano Grondona, David Fincher, Edward Norton y Brad Pitt, Penélope Cruz y Pedro Almodóvar, el nuevo Superman (que nos ha iniciado en nuestro experimento radiofónico), Isabelle Huppert y Claude Chabrol, Tsai Ming Liang, y hasta André Bazin.
Entre fiesta y fiesta -y a menos de un año de nuestro surgimiento- nos encontramos con el primer objetivo resuelto: estas misteriosas apariciones trimestrales. Todas ellas fueron acompañadas de un distintivo esencial, en este caso ha sido la TV. Sólo nos queda agradecerles a nuestros lectores por elegir nuevamente esta revista. Aquí nos quedamos, a la espera de vuestras opiniones. Calificadas o calificables, nutren el amor por el cine.
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