Un relato sobre la paternidad y la búsqueda de la identidad
Por Eliana Mariano
“Mi nombre es (...) y lo puedo decir porque sé quién soy”
(Fórmula utilizada para presentarse por los organizadores
y participantes del movimiento de Teatro por la identidad)
Todos los superhéroes tienen por lo menos dos identidades: aquella que les permite ser “un hombre como cualquiera” y luego esa otra, la espectacular, la construida con efectos de humo, disfraces y tecnología.
Uno de los principales conflictos a los que estamos acostumbrados a ver sometido al paradigmático Superman es la crisis identitaria que le supone ver su vida dividida entre ese súper-hombre, admirado por toda Metrópolis, y Clark Kent, un muchacho sin gracia intentando conquistar a su compañera de trabajo que lo ignora olímpicamente, cegada de amor por su espléndido alter ego.
Clark Kent es el nombre de adopción; el apellido otorgado por el padre adoptivo, que le permite sobrevivir en este mundo y tener un oficio, amigos, vida-presente. Superman, en cambio, pertenece al espacio de la representación. No tiene carnadura de persona, no posee una existencia más allá de sus apariciones espectaculares que salvan a los mortales de las fuerzas del mal.
Sin embargo, Clark Kent tampoco escapa a la puesta en escena: los lentes, la fingida miopía para ocultar esa otra identidad que también viene a configurarlo. No podríamos asegurar entonces que el periodista es su verdadera identidad, ya que tiene que fingirse antihéroe para ocultar sus superpoderes; ni podríamos asegurar tampoco que Superman es simplemente Superman, ese nombre que lo cristaliza en su mera figura pública.
Sólo hay una certeza para el héroe y esa certeza es su debilidad: la kriptonita. Es que, al fin de cuentas, si hay algo que podemos decir de Superman, es que es un muchacho de Kripton y de esa otredad, y de su verdadera identidad es que este nuevo film de Superman viene a hablar.
Superman regresa, pero ¿de dónde?
En primer lugar, vuelve a la pantalla de cine. Christopher Reeve ha muerto, pero lo reemplaza un nuevo Superman, que también tiene sobre la frente un rulo armado con fijador y unos ojazos azules del espacio exterior.
Desde el ámbito de lo narrado, podemos hablar de otro regreso: Superman vuelve a la Tierra después de haber pasado cinco años en su planeta natal. Qué fue lo que hizo en Kripton todo ese tiempo queda fuera del relato. Del viaje sólo restan algunas huellas: la narración fragmentada de Clark a su madre, impedida por la situación traumática vivida (sólo puede mencionar “Todo ahí era un cementerio”), y los restos de planeta que trajo consigo, tarea que casi lo mata de extenuación (y que casi vuelve a matarlo, al final del relato, cuando los lleve de vuelta a la galaxia). Porque las ruinas de su planeta son más que “un montón de piedras”, también contienen la voz de su padre, la verdad de su origen, el murmullo de su pasado.
El film se inicia con una voz que viene de la muerte: la voz del padre biológico de Superman, que por primera vez pronuncia el nombre perdido:“Kal-el”, llama a su hijo, “he visto mi vida a través de tus ojos”.
El regreso de Superman a la Tierra sucede tal como sucedió la primera vez: una suerte de meteorito cruza el cielo y aterriza en el campo de los Kent. La única diferencia es que esta vez ya no existe el matrimonio Kent: es sólo la madre la que ve el fuego desde la ventana de su cocina y se acerca con su camioneta a recoger otra vez a su hijo adoptivo de entre los escombros. No hay en todo el film una sola mención a la desaparición del señor Kent y tampoco es necesaria: su presencia ha sido reemplazada por Jor-El, el padre biológico. El apellido de sangre lo sepulta.
El acceso al viaje a Kripton sólo será posible a partir de indicios fragmentados, y ya es una constante a lo largo del film la elección de construir el recorrido de la búsqueda de la paternidad en el espacio de lo no-dicho. Ejemplo paradigmático de este recurso es la escena en la que Lex Luthor visita las ruinas del planeta junto a sus secuaces y se aparece, cual la sombra del padre de Hamlet, la figura de Jor-El. El discurso que pronuncia sólo tiene un destinatario posible, pero a quien nombra “Kal-El, mi hijo” es a Luthor, el peor de los receptores, el enemigo de Superman. Podemos afirmar que Superman ya escuchó a su padre, porque sus mismas palabras le repetirá a su propio hijo al final de la película, pero la narración no elige mostrar esa escena posible, sino que prefiere la de la sustitución, el robo del nombre.
En esos delirios místicos que todo villano posee, Luthor se autodenomina Prometeo; él será quien otorgue a los mortales la luz del conocimiento, que en este caso son los misterios de Kripton. (Aunque esas ruinas sólo tengan significado para Superman, para Luthor y el resto de los mortales son solamente “un montón de piedras negras”.)
Prometeo es un dios-padre: el padre de los hombres. Superman se nos presenta en cambio como el Salvador, el hijo de Dios. La concepción del héroe-salvador se refuerza al final del film, cuando Superman, cual Cristo, sea apaleado y arrojado al mar por los matones de Luthor.
“Por qué el mundo no necesita a Superman” es el nombre del ensayo por el que Luisa Lane recibirá el premio Pulitzer. Su hipótesis está centrada en una crítica a las políticas paternalistas: el mundo no necesita un Salvador. Sin embargo, con el desarrollo de la historia, podremos comprender que este texto, lejos de plantearse como una oposición a los líderes carismáticos, más bien se nos presenta como un ensayo catártico de una mujer despechada frente al abandono de su enamorado. “¿Por qué no necesito a Superman?” se pregunta Luisa, y la respuesta es simple: “porque puedo reemplazarlo por Richard, mi nuevo esposo, el nuevo padre de mi hijo”
Superman despierta después de recuperarse de su agotador viaje de regreso a la Tierra. Recorre el campo de sus padres adoptivos y tiene lugar un flash back en el que recuerda cuando era un chico y empezaba a volar. Usaba lentes de miope, pero intentando mantenerse en el aire, los lentes se caen y descubre que no los necesita.
A Jason lo conocemos con un comprensor para el asma en la mano. Intenta saludar a Clark pero el ahogo se lo impide. La confirmación de que Jason es el hijo de Superman (ya tendremos miles de indicios antes y después, como toda película comercial nos satura de información relevante) viene a darse en la escena en la que el chico y su madre se encuentran secuestrados en el barco de Luthor. Jason está tocando el piano y un secuaz de Luthor trata de golpear a Luisa. El chico, enojado, le pega un empujón al piano y el malvado queda aplastado contra la pared del barco. Jason descubre que el asma se calmó, pero que se agita la duda. Fue necesaria una muerte para que surgiera.
Nuevamente Luthor los encierra en un cuarto del barco y Luisa trata en vano de abrir la puerta. Entonces pronuncia la frase impronunciable, reconoce la huella de la paternidad robada, le dice a Jason: “¿me ayudás?” y el chico responde, repentinamente atravesado por una crisis de identidad: “lo siento”. Pero finalmente se levanta, se encamina hacia la puerta, y cuando está a punto de agarrar el picaporte, la narración abre la puerta: es Richard. Y Jason exclama: “¡papá!”
Después de pelear con Luthor, morirse y resucitar, Superman decide devolver a la galaxia los restos de Kripton. Usa casi toda su fuerza para poder realizarlo, y termina en el hospital. Luisa y Jason lo visitan. Luisa cree que se va a morir entonces le susurra en el oído “quiero decirte...”. Y otra vez la verdad no se pronuncia, pero para positivizarla, por si no nos quedó claro, se nos muestra una sucesión de miles de primeros planos de Jason.
Luisa intenta escribir un nuevo ensayo -“¿Por qué el mundo necesita a Superman?”- pero nuevamente se queda sin palabras.
Como no podía ser de otra manera, Kal-El se recupera y va a ver a su hijo, que duerme en una casa que no es la suya, con un padre que no le pertenece. “Hijo mío”, y pronuncia las palabras que le dijera su padre. Por lo menos Jason, o como se llame, tiene una ventaja: es inmune a la kriptonita.
Superman regresa (Superman returns, EEUU, 2006)
Director: Bryan Singer
Producción: John Peters/Chris Lee/ Bryan Singer
Guión: Bryan Singer
Fotografía: Thomas Newton Siegel
Reparto: Brandon Routh, Kate Bosworth, Kevin Spacey
Director: Bryan Singer
Producción: John Peters/Chris Lee/ Bryan Singer
Guión: Bryan Singer
Fotografía: Thomas Newton Siegel
Reparto: Brandon Routh, Kate Bosworth, Kevin Spacey
1 comentario:
Esta bueno tener la posibilidad de ver programas de los super héroes de todos los tiempos y los que han atravesado distintas generaciones. Por eso esta bueno juntarse en familia a ver en el smart tv lg programas que nos gusten a todos
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