La tercer cámara: lo alemán del cine alemán


Nuestra mirada indiscreta no es la del director que posa concienzudamente su cámara para encuadrar la realidad. Tampoco es la del crítico especializado, perfecto conocedor de los recursos técnicos utilizados en el proceso de creación de una pieza cinematográfica. Nuestra pequeña cámara de aficionados, la tercera, se interna en las profundidades del cuadro ya filmado, realizando en su interior nuevos encuadres, cortes y secuencias montadas. Con mirada intencionada de director de cine, filma sobre lo ya filmado, creando así un particular lenguaje que constituye su propio registro de expresión artística. Un nuevo género de ficción puesto en escena.


1- La mirada de Goebbels se desprende de la hoja escrita. Otro discurso llega a su fin. Por su posición privilegiada podemos verlo a la cabeza de un colosal ejército, cuyas falanges se forman en simétricos rectángulos en un playón, dominado en lo alto por las tres flamantes banderas rojas del Tercer Reich. Entre las primeras dos, a lo alto de unos cien metros, distinguimos un ascensor que sube y baja: es la cámara de Leni Riefenstahl, que captura imágenes para El Triunfo de la Voluntad (1934), por encargo del führer. Sólo dos personas se paran frente a la multitud; más allá, un águila de hierro se posa en otro pedestal. La magnífica esvástica, ligeramente más oscura, dispone del centro, donde un führer muy erguido, con los brazos tensamente cruzados detrás de la espalda, levanta su vista a la multitud que espera su discurso.Un intercambio de miradas entre Goebbels y Hitler le da paso a un primer plano a los ojos tenebrosos del ministro. En su fría oscuridad se distinguen las peores crueldadades; está suspendido en el momento anterior a su exhortación a la Juventud hitleriana. Con una fuerza que brota de su interior, el ministro extiende su brazo y lanza su energía a la muchedumbre, que unánime y anónima la recibe y responde: "¡Heill, Hitler!"


2- Una carga extraña que embarcan los estibadores: seis o siete cajones, declarados como tierra de Transilvania, deben viajar hacia una ciudad holandesa. La carga es revisada luego de la muerte de siete u ocho marineros. Es de esperar que el vampiro cambie de caja cada vez, porque sólo encuentran lo declarado: tierra... y algunas ratas. Nosferatu, hecho vampiro, vuela y viaja sobre la nave.Cuando el barco llega y golpea lentamente con el muelle, no ven a nadie de la tripulación a bordo: la ciudad se agita. Inmediatamente ingresan los peritos para ver de qué se trata. El barco es un barco fantasma. Toda su tripulación está muerta, disecada. Al capitán lo encuentran atado al timón. Todo el barco está tomado por las ratas. Abren los ojos grandes, hay algo claro en todo este pánico: la peste. La población se encierra en sus casas. Nosferatu comienza la búsqueda desesperada de la mujer que le dará la sangre fresca, que alivie su eternidad solitaria.


3- Berlín ahora está destruida. El ejército rojo avanza y las bombas explotan cada vez más cerca. Faltan sólo dos días para que ingresen en el bunker. En los pasillos se oyen los quejidos del Führer, que nos obliga a pensarlo como un fantasma. De Bruno Ganz emerge la representación de una combustión terrible; es el repliegue de la maldad, la furia acorralada por el temor. Los generales de la SS son unos idiotas mediocres que siempre causaron problemas. La súbita baja tensión de los tubos luminosos indica que las bombas caen «en el blanco». Explotan once metros arriba, pero indican que ha llegado la hora. Se siente la presión de los últimos minutos de vida. El suicidio. Todos los problemas se tornan una cuestión de metodologías. Cápsulas de cianuro o disparo seco adentro de la boca. "Si agitas tu mano, la bala podría dar sólo a un nervio óptico. Por esa razón, es mejor tomar también el veneno. Cuando muerdas la cápsula aprieta también el gatillo”, dice el Professor Haasse. ¿Tendré tiempo?, pregunta el Führer.

4- «De repente, como si las aguas desbocadas nos hubieran escupido en un acceso de rabia, vamos a parar, casi en silencio, a un brazo del río que fluye robusto pero calmoso. Estamos en medio de la selva y nos internamos cada vez más hondo en ella: ahí está la selva virgen.» Ahora la pantalla no nos presenta un hecho real, sino la fantasía demencial de un héroe negro, Lope de Aguirre (Klaus Kinski).Unos bárbaros conquistadores españoles comprueban, tras su sublevación a la Corona, que se hacen dueños de un reino que se extiende a medida que avanzan en la endeble balsa que los transporta por el Amazonas más sombrío. Durante el viaje, pueden verse entre las matas verdes las caras hambrientas de los indígenas, que asoman en silencio y los miran pasar en un futuro perfecto de jugo gástrico. «A partir de aquí nuestro reino es más grande que España» afirma el codicioso y espurio nuevo monarca. Pero el nuevo reino es el Estigio, el río de los muertos, no podrán escapar a la ira de Dios. Una balsa llena de macacos, ese será el nuevo reino, carne fresca abordo.

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